MAQUINAS Y APARATOS EN DESUSO


Por Andrés Heguaburu.


Recuerdo como si fuera hoy el primer día que me senté en la redacción de un diario. Eran las épocas de más popularidad y efervescencia de ULTIMAS NOTICIAS. Corría 1991, apenas contaba con 18 años, y tenía frente a mi una “Olivetti” que me parecía enorme y con unas teclas duras y chillonas. A mi lado, en sus cosas, mirando como sin mirar, estaba Atilio Garrido, un maestro en el arte del periodismo (pesen a quien le pesen sus opiniones), con ese lunfardo tan clásico, a su vez heredado del gran Diego Lucero. Un curso de dactilografía realizado pocos meses antes de llegar al diario me dio rápida ventaja sobre mis compañeros de generación, con lo cual enseguida me hice amigo de la Olivetti, y Garrido me eligió para transcribir desde entrevistas del freezer (o en parrilla como dice El Caballero Español) hasta artículos en italiano (en aquella época el idioma oficial del fútbol). Me duró poco el amor por el fútbol, debo admitirlo, pero nunca murió en mi la pasión por el periodismo y más aún por la comunicación… y si el corazón es el símbolo de quienes se enamoran entre sí, la máquina de escribir, ya en completo desuso, sigue siendo el símbolo de quienes aman comunicarse.

Así han pasado por nuestra vida tantos objetos que la modernidad ha vuelto obsoletos: el casette, el Primus, el proyector de diapositivas, las cámaras de foto a rollo e infinidad más que seguramente nuestros oyentes y lectores encontrarán delicioso recordar entre todos. Por eso en el próximo programa de LA POSADA, te proponemos recordar AQUELLAS MÁQUINAS Y APARATOS EN DESUSO QUE HAN SIDO PARTE DE NUESTRA VIDA.